miércoles, 5 de octubre de 2016

TE ESPERABA DESDE SIEMPRE






 Hola amigos, hoy quiero compartir con vosotros un trocito de mi novela Te esperaba desde siempre, que está en plena promoción. Os dejo igualmente el enlace de Amazón por si os apetece leerla completa. Dentro de poco también la tendremos en papel. Os va a gustar seguro. Bueno, ahí va el trocito, escogido al azar.

https://www.amazon.es/esperaba-desde-siempre-Gloria-Losada-ebook/dp/B01LLQYCUU/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1475699795&sr=1-1&keywords=gloria+losada
El lunes por la mañana visitaron la librería Lello y almorzaron en casa. El tiempo volvía a acompañar, pero se sentían un poco cansados, así que entrada la tarde Lucía decidió salir a hacer unas compras para su abuela y Pedro le prometió que cuando regresara tendría preparada la cena y sugirió quedarse después en casa viendo una película en la tele.

-Estará en portugués – dijo Lucía –, no entenderemos mucho, pero bueno, no es un mal plan.

Las compras le ocuparon todo el resto de la tarde. Cuando regresó a la casa eran casi las ocho y media y ya había anochecido. Tan pronto abrió la puerta escuchó los sonidos típicos de quién está trajinando en la cocina. Miró por la rendija de la puerta entreabierta y vio a Pedro en plena tarea. No le dijo nada. Subió arriba despacio y vio la mesita baja de la sala puesta para la ocasión, dos copas, una botella de vino, algunos entremeses, patés y la tortilla rellena que el cocinero traía en una bandejita cuando en aquel preciso instante apareció en el salón.

-¡Lucía! ¡Qué susto me has dado! No te escuché llegar. No esperaba encontrarte aquí.

Ella sonrió y soltó las bolsas que todavía tenía entre las manos.

-Te vi tan enfrascado en tu tarea de cocinero que no quise molestar. Tengo un hambre canina y al ver todo esto... aun más. Pero si no te importa me gustaría darme una ducha antes.

-A mí también. Me da la impresión de que huelo a comida por todas las partes de mi cuerpo. Podemos hacerlo uno en cada baño y después cenamos.

Así lo hicieron. Después de la ducha Lucía se puso una ligera camiseta que le llegaba a la mitad del muslo y que utilizaba para dormir. Era como más cómoda se sentía. Cuando salió del baño ya Pedro la esperaba, vestido también con una simple camiseta azul marino y un pantalón corto del mismo color.

Se sentaron sobre la alfombra blanca del salón y en plan informal degustaron la apetitosa cena. Mientras lo hacían y charlaban, ambos sentían que la complicidad y la confianza iban creciendo a pasos agigantados. Se sentían tan bien cuando estaban juntos... Soñaban tanto el uno con el otro... Imaginaban tantos momentos compartidos.... Y recordaban tantas veces aquel beso... Mas desde entonces, desde aquel beso en el banco del paseo, ambos guardaban sus sentimientos para sí de manera absurda y aquella noche Lucía, empujada por la ligera embriaguez que le producía el vino, se decidió a dar un paso adelante. Amaba a Pedro, aquella noche lo amaba más que nunca, y no iba a dejarlo escapar, aunque estuviera con otra mujer. Puede que mañana, cuando su mente estuviera despejada y libre de los efluvios del alcohol, pensara otra cosa y se arrepintiera del paso dado, pero no le importaba. En aquellos precisos instantes no importaba nada salvo el hombre que estaba a su lado.

-Realmente lo estamos pasando muy bien ¿no crees? - dijo en un intento no sabía bien de qué – Cuando veníamos hacia aquí no pensé que resultaría así.

-Así ¿cómo? - preguntó Pedro con un toque de picardía en la voz que a Lucía no le pasó desapercibido.

-Pues.... así.... bien. Yo creo que... que estamos disfrutando del tiempo que pasamos juntos ¿no?

-Claro que sí, Lucía – repuso él con su voz más envolvente –. Yo me siento tan a gusto que... que no quiero que venga nadie más a molestarnos.

Una extraña excitación recorrió el cuerpo de Lucía al escuchar aquellas palabras. Miró fijamente a los ojos a Pedro y vio en ellos deseo, tal vez amor... sí, quizá también amor. A lo mejor el mismo que ella sentía.

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