miércoles, 22 de junio de 2016

COSAS DE MUJERES


 

A las mujeres siempre nos han tachado de histéricas. Pues qué quieren que les diga, yo nunca lo entendí. ¿Histéricas por qué? ¿Porque nos enfadamos cuando el contrario se pasa la tarde de los domingos cerveza en mano mirando el fútbol, o lo que toque, sin hacernos ni puto caso? ¿Porque cuando llegamos a casa de trabajar todavía tenemos que fregar, limpiar el cuarto de baño, limpiar el polvo, poner lavadora, tender la colada, recoger la colada, planchar, hacer la comida para el día siguiente, ayudar a hacer los deberes a los niños, llevarlos a natación, a inglés y bla, bla, bla mientras el maridito se tira en el sofá, se quita los zapatos y se queja de que está muy cansado y eso nos pone del hígado y soltamos gritos por doquier? No, señores, las mujeres no somos histéricas, las mujeres nos enfadamos cuando nos tocan mucho las narices, como todo hijo de vecino, y en mi opinión es mucho más lógico cabrearse por todas esas cosas, que porque pierda el partido de fútbol el Real Madrid, o el Sporting. Que sí, que sí, que los caballeros se enfadan por esas tonterías. Sin ir más lejos, mi hermano una vez se cabreó tanto cuando perdió el Barça un partido, que le dio una patada el mueble del salón y lo rompió. Claro que por aquel entonces aún vivía con mi madre, que la pobre se puso histérica ante semejante desaguisado, y dando unos alaridos impresionantes le dijo que al día siguiente quería un mueble nuevo. Y lo tuvo vaya que sí. Si es que al final nuestros histerismo sirve para que los hombres se comporten como corderillos.... ¿O no? Bueno no sé, el caso es que, entrando en el tema, un día se me dio por investigar por qué leches el histerismo se relacionaba con el género femenino y me puse buscar por internet. Oh internet, ese mundo en el que encuentras de todo, que vete tú a saber si las cosas que ahí se dicen son o no verdad. Porque la información que encontré fue alucinante.

Resulta ser que el histerismo femenino era una enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX. En la época Victoriana se identificaba con una serie de síntomas como desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, espasmos musculares, respiración entrecortada... y el mejor de todos, no se lo pierdan, tendencia a causar problemas. Manda narices. ¿Y qué tipo de problemas? ¿Y por qué las mujeres? ¿Qué pasa? ¿Que los machos ibéricos no causan problemas?

Pero no se lo pierdan, lo mejor de todo era los remedios aplicables para curar la enfermedad, y es que las mujeres diagnosticadas de histeria debían recibir un tratamiento denominado masaje pélvico, estimulación manual de sus genitales por el doctor, hasta llegar al orgasmo, que en el contesto de la época se llamaba paroxismo histérico. ¿Qué les parece? A mí me parece que los médicos de la época Victoriana eran unos hijos de su madre y unos aprovechados. Porque ya me dirán si no lo tenían fácil. Llega una mujer a la consulta y le dice: es que me encuentro mal, tengo insomnio, retención de fluidos, tendencia a causar problemas y tal... y si la tía estaba de buen ver el diagnóstico estaba claro: histeria y hala, vamos al tratamiento. Cómo se tenían que poner los muy cochinos. Porque también había otro remedio que eran lavados vaginales a presión pero no, eso seguro que no lo recomendaban, seguro que decían que era más efectivo el masaje y más seguro y qué sé yo. Y así.... hala, a ponerse las botas tocando chochos. Fíjense si eran listos, que un galeno de esos, elaboró una lista de setenta y cinco páginas con posibles síntomas de la histeria y dijo que no estaba completa. Eran tantos, que tú llegabas a la consulta y le decías, me duele el dedo gordo del pie izquierdo y te decía el médico, es usted una histérica, venga, échese en la camilla que la voy a poner mirando para Cuenca. Y se quedaban tan anchos

Pero los médicos de aquella época eran muy listos, los cabrones, porque claro, ustedes imagínense que diagnosticasen muchos casos de histeria... podría llegar a ser mosqueante ¿no? Sobre todo para los maridos de las susodichas, aunque también es cierto que las más afectadas eran vírgenes, monjas y viudas, las casadas al parecer nunca fueron muy histéricas, pero bueno a lo que iba, que para disimular, los muy cochinos empezaron a poner excusas: que si el tratamiento tenía que ser constante, que la técnica era difícil de dominar ( y tanto, diría yo) con lo cual el masaje se podía hacer muy tedioso hasta llegar al paroxismo histérico y entonces lo que intentaron fue derivar a las pacientes a las comadronas. Yo estoy convencida que lo hacían por disimular. Ah y si la mujer estaba casada directamente le recomendaban que follara más, yo creo que para evitar los cabreos maritales, que seguro que a más de uno le anduvieron con la cara, que se lo digo yo.

Y fíjense ustedes, que mientras iba yo digiriendo toda esta información, al mismo tiempo iba pensando que si tan agotados quedaban los espabilados doctores de dar los tediosos masaje... coño, pues que inventaran algún aparato o algo así. Pues sí, eso hicieron, a mediados del siglos XIX no había balneario de lujo en Estados Unidos que no tuviera el aparatito de marras para prevenir los ataques de histeria y a finales del mismo siglo se utilizó por primera vez en un asilo en Francia. En un asilo, con una vieja se supone, manda huevos. Hasta las ancianas les servían a esos guarros. El aparato en cuestión fue el precursor del vibrador y llego a venderse muy bien, así en un estuche con accesorios y todo, para uso casero. Vamos como hoy.

¿Se imaginan ustedes que todo eso ocurrieran ahora, en pleno siglo veintiuno? Porque claro, ahora nos llaman histéricas y se quedan tan anchos y estoy segura de que la mayoría de los que nos cuelgan semejante sambenito no tienen ni idea de la historia de tan extraña dolencia. En fin, que no somos histéricas ni mucho menos, que cuando nos cabreamos tenemos nuestros motivos, tantos como la larga lista de setenta y cinco hojas que hizo el médico aquel con los síntomas de la enfermedad. Ahora, yo les aseguro una cosa, hoy en día, dependiendo del médico en cuestión, más de una pagaría para que le diagnosticaran de histeria y le aplicaran el remedio, aunque fingiera los síntomas.


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